lunes, 23 de abril de 2007

EL SER PADRES Y LA SANTIDAD DEL HOGARPOR EL ELDER CLAUDIO R. M. COSTAPresidente del Área Suramérica Norte
Es muy importante que nuestros hijos también nos vean orando y estudiando las sagradas escrituras en forma personal. Ellos irán a seguir el buen ejemplo de sus padres.
Uno de los más grandes privilegios que tenemos en esta vida, es el ser padres. El Señor demuestra su confianza en nosotros enviando espíritus nobles y grandes a nuestros hogares para que les cuidemos y ayudemos a caminar por esta vida.
Cuando veo a mis hijos creciendo dentro de la verdad siento gran paz en el corazón y mucha alegría. Siento el gozo descrito en 3 Juan:4, donde se lee: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.” Ahora puedo ver los frutos de mis hijos al observar a mis nietos creciendo también dentro del Evangelio de Jesucristo.
Como padres hay algunas cosas que debemos hacer para bendecir la vida de nuestros hijos:
Las noches de hogar cada semana.
Las oraciones personales y familiares cada día (mañana y noche).
El estudio diario de las Escrituras tanto individual como en familia.
Es muy importante que nuestros hijos también nos vean orando y estudiando las sagradas escrituras en forma personal. Ellos irán a seguir el buen ejemplo de sus padres.
Hay muchos padres que siempre dicen que no tienen mucho tiempo para compartir con sus hijos, pero siempre que están en casa están al frente del televisor o emplean mucho tiempo en actividades sociales sin sus hijos. Muchos padres dicen que la familia es la cosa más importante para ellos, pero, cuando están en casa, son muy descuidados, no se afeitan, usan ropas muy viejas y desgastadas, no se peinan, no se cuidan. Con actitudes como estas, cómo pueden los hijos comprender que sus padres los aman si ellos no hacen esas pequeñas cosas que les demuestran su amor, interés y les dejan sentir cuán importantes son para ellos?
Este es el tiempo en que cada hombre y mujer en esta Iglesia necesita tomar una fuerte resolución de hacer que su hogar sea un pedacito de cielo.
Una vez escuché a un hermano dar su testimonio de que él sentía el Espíritu en el Templo más que en cualquier otro lugar de la tierra. Después de la reunión conversé con él y descubrí que las cosas en su hogar no iban tan bien. Fue una hermosa oportunidad y una buena experiencia espiritual el tomar tiempo para enseñarle que el espíritu de su hogar necesita ser tan especial como lo que él siente en el Templo.
Los lugares más sagrados sobre la tierra tienen que ser: El Templo y nuestro hogar. Un hogar consagrado a Dios, un lugar de aprendizaje, de oración, de ayuno, un lugar establecido para honrar y adorar a Dios diariamente.
Debemos hacer de nuestro hogar una casa como se describe en las sagradas escrituras: “Organizaos; preparad todo lo que fuere necesario; y estableced una casa, sí, una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de instrucción, una casa de gloria, una casa de orden, una casa de Dios; ” D & C 109:8
Quizás, la asignación más difícil que recibimos en esta vida es la de establecer este tipo de hogar para que nuestros hijos puedan caminar en la luz del Señor.
Cuando cantamos el himno # 196 “Soy un Hijo de Dios” podemos pensar en nuestros pequeños pidiéndonos: “Guíenme; enséñenme la senda a seguir para que algún día yo con Él pueda vivir.”
Mi oración y pedido personal a cada miembro de la Area Suramérica Norte es que lo hagamos, para que un día el Señor nos pueda mirar y permitir vivir con Él para siempre.
Se que Dios vive y que Él nos ama y que somos Sus hijos e hijas especiales. En el nombre de Jesucristo, Amén.
Elder Claudio R. M. Costa

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