jueves, 14 de octubre de 2010

UN DUCTO HACIA NOSOTROS MISMOS




por Orestes E. Díaz Rodríguez

Un país chico que apostó a ser grande resultó vapuleado por un terremoto. Ante el caos las autoridades dudaron, las alarmas se desactivaron, las víctimas quedaron desguarnecidas y la ciudadanía mostró instintos bajos. La humillación dio la vuelta al mundo en 80 segundos propulsada por los titulares online de la prensa internacional.

No se reponían de la tragedia cuando una nueva calamidad apareció en el horizonte. Setecientos mil toneladas de cerro colapsaron sobre los accesos de una mina atrapando en su interior a 33 trabajadores. ¡La herida sin cicatrizar se reabría!

Los que aspiran a ser mejores encuentran oportunidad de demostrarlo aún en las peores circunstancias. El Gobierno de derecha asumió la responsabilidad del resc

ate de obreros sepultados en el “centro” de la tierra. Agujereó el cerro durante 17 días y obtuvo “pruebas de vida” de las víctimas. Contrató excavadoras sofisticadas. Hizo traer de sitios remotos tecnología de ficción. Repartió aliento y seguridad, comida y sonrisas.

Finalmente introdujo un elevador en un ducto que cavó en la montaña devolviendo a los trabajadores al reino de este mundo. Sin alardes, sin frases pomposas ni hechas. Nunca antes una tragedia fue gestionada con tanto éxito. Mil millones de televidentes siguieron la trans

misión ¡en vivo! Washington, Londres y París no daban crédito. ¡El protagonista era un país latinoamericano!

Veinte años atrás, en Guadalajara, la primera Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado era testigo de la sentencia lapidaria de un mandatario que sintetizaba la historia de nuestras frustraciones: “Los latinoamericanos pudiendo ser todo, no hemos sido nada”.

Las cosas han cambiado desde entonces. Un grupo de paí

ses regionales viene emitiendo las señales correctas. Eso ocurre cuando la clase política es capaz de dejar a un lado sus diferencias y trabaja por el bien del país, cuando un presidente con amplio respaldo luego de dos mandatos decide que lo adecuado es no “reinterpretar” la Constitución, cuando los líderes se distancian del discurso retórico y polarizador, y apuestan al diálogo.


Leopoldo Zea escribió que América Latina se encuentra en un la

rgo viaje hacia sí misma. Lo que ocurrió en la mina de San José avisa que algunos compatriotas se disponen a finalizarlo. ¡Enhorabuena!
¡Viva Chile!


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